El impacto de este fenómeno es de suma importancia para nuestro desarrollo integral. Según datos de la Cámara Dominicana de la Construcción, en el aspecto laboral este rubro mueve cerca de 300,000 empleos cada año, generando un 6.5 % de toda la fuerza laboral del país. Las compras locales llegan a RD$90 mil millones y en el aspecto impositivo, su contribución fiscal ronda los RD$8 mil millones.
Gran parte de estos números lo produce el sector privado invirtiendo y promoviendo proyectos en todas las tipologías, pero la mayor inversión económica esta destinada a la ejecución de las viviendas en altura. Es indudable que la Ley de Fideicomiso ha catapultado también la inversión del sector inmobiliario hacia la vivienda económica, en consecuencia, posiblemente vamos en el camino adecuado hacia la reducción el déficit habitacional ancestral del país. Ante tal empuje, las preguntas que nos hacemos son: ¿Que tan proactiva es la dinámica de este pujante sector en lo relativo a los cánones de la correcta proyección de la arquitectura y del urbanismo? ¿Cuál es la realidad del impacto cualitativo en el entorno ciudadano? ¿Estamos por medio de este sistema de producción, generando mejores ciudades para todos?
Es una realidad evidente que Santo Domingo se esta convirtiendo en una metrópoli, paso a paso. En este proceso, no ha quedado claro si los planes de desarrollo municipal o de adecuación de la ciudad han sido paralelos a la inversión en promoción de proyectos de viviendas, residenciales y múltiples torres de hasta 41 niveles de altura.
En esta misma revista AAA072, el veterano Arq. Cristóbal Valdéz en su artículo, hace unas interesantes y profundas reflexiones sobre cómo podría ser la ciudad hoy y en el futuro cercano, si las visiones de ordenamiento territorial y planificación del gran Santo Domingo expuestas desde 1975 hasta acá por el ADN, se hubiesen ejecutado. Indudablemente nuestra ciudad capital fuera diferente, más amistosa, más sostenible y más inteligente que lo que se percibe hoy en día.
Las entrevistas que pueden leer en este número, realizadas a dos de los arquitectos que frecuentan este catálogo de la vivienda para la promoción inmobiliaria, Daniel Pons y Franc Ortega, nos muestran su visión de la arquitectura realizada para sus clientes, en este caso las constructoras; otra entrevista significativa es la realizada a los arquitectos Amín Abel, Director de Planeamiento Urbano y a Mónica Sánchez, Encargada de Espacios Públicos, ambos del Ayuntamiento del Distrito Nacional, donde esbozan detalles y características del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial, un esfuerzo loable de tratar de organizar nuestro caótico entorno y regular en pro de una mejor ciudad.
En este primer número dedicado al fenómeno -relativamente reciente- de las constructoras, están participando 21 empresas del género, de unas 300 que se especula están operando sobre el territorio nacional. Hemos tenido la oportunidad de palpar visualmente mucho material sobre lo que se está produciendo en materia de diseño y construcción. Nos hemos encontrado con proyectos con osadas propuestas como el de tener un restaurant giratorio en el último nivel de un edificio. Otros que tendrán carga para vehículos eléctricos, ni hablar de todo lo mejor en áreas sociales con jacuzzis y piscinas, o donde nos encontramos con modernas salas de cine, gimnasios de calidad, salas de reuniones y hasta espacios para la práctica de jogging. En verdad la cantidad de amenidades que se han integrado al programa de diseño de estos edificios cada vez más complejos es sorprendente. Igualmente el tipo de las unidades habitacionales en sí mismo ha sufrido ajustes en el tiempo; hoy el mercado ofrece soluciones de escaso metraje hasta otras de gran superficie y lujo. La manera de estructurar estas torres multifamiliares varía, pero en gran medida su configuración obedece a las crecientes solicitudes de la normativa estructural del Ministerio de Obras Públicas, y a la imperiosa necesidad de brindar mayores estándares de seguridad y soporte infraestructural de las mismas.
Hay tres temas que a nuestro parecer merecen mayor atención en la escena actual:
1) Las soluciones de tipo mixto, de uso comercial, institucional y habitacional desarrolladas en un mismo lote, propias de ciudades más densas y humanas que Santo Domingo, apenas inician su aparición en el panorama urbano. No se acaba de aceptar como una solución integral de gran bondad para la ciudad, ir asumiendo este tipo de soluciones, de gran vitalidad en el contexto público.
2) La provisión de cada vez más estacionamientos para ciudades con una megalomanía vehicular es atendida de varias formas, generalmente en soterrados bajo rasante que aprovechan la posibilidad de extender el territorio de actuación hasta los bordes mismos del lote. Ya es imposible pretender promover un proyecto que no contemple unidades de parqueos incluso mayores a las requeridas por la norma. En algunos casos se evidencian torres de estacionamientos en el podio urbano de los edificios, solución poco amable a los peatones y ciudadanos, poco eficiente en el aprovechamiento del volumen de obras, e ignorante de la capacidad portante ideal del subsuelo calcáreo de Santo Domingo.
3) El perfil de las torres se aleja de la capacidad icónica de su forma. Las terminaciones de los edificios aún se resuelven con el apilamiento sucesivo de los niveles inferiores y algún gesto mínimo para acomodar las preferidas unidades superiores y los servicios en las cubiertas. Es muy raro ver una solución que pretenda crear un perfil distintivo, una silueta con identidad propia en el importantísimo paisaje urbano. Esperemos que esta condición pueda mejorar paulatinamente.
Ha sido admirable constatar la profesionalidad de muchas de estas constructoras, empresas dirigidas por inspirados quijotes que han estructurado sus organizaciones para atender los reclamos de la oferta inmobiliaria en el diseño a veces realizado colectivamente, el mercadeo y la venta, la empresa contratista en sí, la publicidad, las gestiones legales y financieras y eventualmente, la administración operativa de estos conjuntos. No se trata ya del consuetudinario ingeniero aguerrido y audaz que asume todos los riesgos hasta saldar su préstamo interino en el banco de preferencia y proceder a la compra de su próximo escenario de acción; se trata de equipos profesionales bien armados, que manejan a veces cientos de millones de pesos y varios proyectos al mismo tiempo. Esto, es un fenómeno nunca visto antes. Esperemos que la República Dominicana tenga el tino de producir un ambiente político estable y confiable y las autoridades sean capaces de dirigir estos procesos hacia una nueva visión cualitativa de la pujante industria de la construcción privada dominicana. El lector podrá hacer su propio juicio basado en las obras y proyectos aquí presentados en esta primera entrega sobre el tema. Seguiremos luego…