Reseña de exposición
Sergio Taveras: La otra cara Museo de las Casas Reales
Sergio no sólo pinta: él es poseído por el color, la composición, el sueño de lo perfecto, la minuciosidad en la preciosura a la que sólo los dioses de la pintura podrían llegar; pero él, Sergio, poseído, con bravura se atreve y por emocionantes y minimísimos momentos, puntilliza, colorea, delinea, separa, junta, cambia colores, busca más luz, no tiene idea de lo imposible, más bien le va detrás con su dominio de los matices, distribuye la complicidad de los colores, azul, naranja, rojo, verde, administrando la veleidosa sinuosidad con que mueven su armonía los tonos, y con la armonía de la exactitud balanceada en las formas que sólo un arquitecto – y él lo es – puede perseguir; entonces construir, dibujar, redibujar, todo con sus propias manos y su incesante, inquietante, deslumbrante imaginación, tela tras tela, cuadro tras cuadro, sus resultados gráficos salen hacia afuera de los marcos y se pasean por nuestra imaginación descubriendo la libertad juguetona que se desprende de todo ese orden tan cuidado para que nos llene el alma de un jubiloso desorden…
¡Oh, el triunfo de la poesía sobre la máquina!
Contemplando las obras de Sergio Taveras, nos invade el encanto de la organización de formas propias de su profesión de arquitecto. No existe espacio que no se sospeche cuidadosa y previamente pensado y pensados previos que la misma obra debe haber pedido cambiarlos, cambiarlos con la misma o más formal delicadeza con que fueron pensados…
Y entonces, el orden alza la voz: pide cielo, y el cielo quiere que le pongan sus más exquisitos blancos y adorables azules y Sergio vuelve a dotar a sus poseídas manos de la paciencia que exige la hermosura celeste.
Pero, ¡atención! Ahora, en el cuadro de hoy, el mar se junta con las nubes y el artista sigue sin acordarse de lo imposible y planta en la obra un concierto que nos deja boquiabiertos cuando con el nivelado encuentro entre azul claro y azul oscuro, azulito claro y azulito oscuro,
azulito un chin más claro, otro menos oscuro, creando armonía cambiante, Sergio atraviesa el cuadro de lado a lado regalándonos una incomparable recta hecha de azules a la cual llamamos horizonte.
Y de nuevo a la costa, ¡a pintar! A pintar no, ya dijimos que no pinta, que juega a lo imposible… Porque usted mira sus pinturas y el embrujo del balance, el inmancable sentido compositivo, y aún en los trabajos en blanco y negro su matización precisa de los tonos con las sombras y los controlados caprichos luminosos de su luz, hacen que mirando preguntemos: ¿y cómo pudo?
En cada cuadro hay un dominio del orden, del diseño, de la composición, del balance, de la tensión entre altos, pequeños y medianos, armonizados por un ambiente de belleza que nos atrapa hipnóticamente y nos lleva al disfrute, en conjunto y en detalle, estáticos o en movimiento, de la magia de Sergio; la magia de un artista, pintor y arquitecto que en esta muestra nos invita a descubrir el gran ingrediente que tienen todos sus trabajos, ingrediente vital, indispensable para darnos, con ese exquisito dominio del dibujo y del color, una inteligente victoria pictórica que nos llena el alma de profunda emoción. Y ese ingrediente, es el amor por la perfección. Ese incansable amor puede verse en cada cuadro de Sergio Taveras en esta inolvidable exposición.
¡Están todos invitados!