Nuestra Casa
Es el espacio en el que vivo, ¡pero sobre todo es el espacio que soñé! Situada en la ladera de una montaña, frente a la llanura de Cul-de-Sac bordeada al este por los lagos Azuei y Enriquillo, que pueden verse en un día claro, enmarcada al sur por el Morne L’Hopital y al norte por la cordillera Matheux, al pie de la cual se puede ver al oeste una pequeña franja de mar, goza de una vista excepcional sobre la ciudad y el campo. ¡La carga poética del lugar es innegable!
• Incrustada en la montaña, integrada al entorno topográfico y paisajístico, mira hacia el horizonte, captando las brisas de la llanura y las montañas. Las escaleras, de medio nivel a otro -esos elementos de conexión que me encantan- conectan los diferentes espacios escalonados de la casa, siguiendo las pendientes del terreno, empinado y rocoso. La naturaleza está en todas partes, en las vistas, los olores y fragancias, las rocas “zelravet” que puntúan los espacios con su presencia.
• La luz, búsqueda perpetua y constante en mi concepción de la arquitectura, guía ese camino creativo. Da vida a los espacios y modela los volúmenes. Esta luz caribeña, tan cambiante con las estaciones y la hora del día, con sus momentos de suavidad o de dureza, se inmiscuye y se invita a sí misma en cada estancia de la casa a través de aberturas, acristalamientos, o claraboyas. Los bloques de vidrio o los óculos de colores creados recuperando botellas vacías, son otras formas de captar esta luz que el color blanco de los domos y de las paredes reflejan, contribuyendo al confort y la espiritualidad de los espacios.
• Los materiales utilizados son naturales y pocos: piedra de la zona, ladrillo de barro de origen local, madera, cerámica, todos capaces de resistir el paso del tiempo. Los concretos brutos o coloreados son realizados en obra; los cierres artesanales combinan hierro y vidrio. Las pocas paredes interiores de bloques de cemento están recubiertas con mortero, de textura rugosa, a diferencia de las pulidas a mano con cemento blanco en los baños o de negro carbón para muebles integrados.
• Aunque las formas son de inspiración mediterránea y mexicana, con cúpulas, domos y bóvedas (arqueadas o planas), no hacen referencia a ningún estilo o época en particular. Permiten dar rienda suelta a la imaginación, atraída por la sensualidad de su lenguaje y el volumen que imponen, haciéndose eco de las montañas circundantes. Una libertad de diseño que manipula tanto espacios tradicionales como contemporáneos, donde agua y piedra están muy presentes.
• Es una casa funcional, pero sólo la cocina y los baños tienen un uso específico; los demás espacios se quedan servidores del volumen o de la perspectiva, … o del momento presente. Entre vacío y plenitud, sombra y luz, jardín y agua, la calidad espacial es la que más me interesa. Se siente la presencia física del espacio, “una sensación casi material” (de la que Le Corbusier hizó en cualidad fundamental).
• La dimensión onírica y espiritual – reflejándose en mis cuadros anteriores- me guió en el diseño de un plan básico. Es a medida que avanza la obra que se van dibujando los bocetos y detalles. Una especie de proceso creativo opuesto al modo convencional de producción arquitectónica; porque los planos se completan al final de la obra y son sólo una transcripción de los espacios construidos, como ocurre con un solo de jazz. Un lienzo, una melodía básica y una libre improvisación de espacios como notas armonizándose para crear la música…
• Esta casa fue diseñada en su esencia y en sus mínimos detalles, con la gran complicidad de mi esposa arquitecta1 y la de los obreros-artesanos que iniciamos y formamos. Trabajamos allí durante muchos años… Para terminar, qué mayor placer que compartir este mensaje que nos envió, tras una visita a nuestro espacio vital, una colega arquitecta-urbanista y mambo2 (sacerdotisa del vudú):
“Ha sido una inmersión extraordinaria en una arquitectura de luz y belleza sorprendente, imparable.
Estoy asombrada por la humildad, la sencillez y la búsqueda del gesto arquitectónico…
No encuentro palabras. Algún día escribiré sobre esta fusión, esta simbiosis de varias culturas que recorren este objeto de arte y de vida que usted ha creado.
Mi padre me decía a menudo que los arquitectos son como los “Lwa Damballah”: constructores, creadores y sanadores.
Sí, su arquitectura es sanadora.
Y en las constelaciones luminosas y relucientes de las bóvedas celestes que ha diseñado, puedo ver a los invisibles y a las divinidades de todas las culturas sentados en vuestras mesas…
Gracias por esta magnífica inmersión en el mundo de los espíritus”.3
Laboule, 26 de noviembre de 2023
Jean Bernard Millet
Arquitecto
1 Que también contribuyo grandemente a la escritura de este texto.
2 Sabine Malebranche Theodore, un 6 de Abril 2023
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