Reseña de exposición
Herminio Alberti León El Alma de las Cosas MAM
Herminio Alberti
Iniciamos este proyecto, con el deseo de alcanzar una introspección de matices que sólo lo puede brindar un proceso de observación e investigación a más allá de un simple objeto, en una selección de 70 obras, de las cerca de 1,000 en blanco y negro publicadas diariamente. Dedicamos esta exposición al Maestro Domingo Batista, por su maestría en el campo de la fotografía y el éxito cosechado durante décadas.
Nuestra identificación con los trabajos que viene realizando el Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas, PACAM, y la plena convicción de que está llevando a cabo una labor titánica en estos momentos de resquebrajamiento de la armonía familiar, espero les motive a adquirir estas obras y así nos acompañen en dar un valioso espaldarazo a la ardua tarea de esta institución. Cada una de nuestras fotografías ha sido enriquecida por la poesía de nuestro Poeta Nacional José Mármol, a quien extendemos un fuerte abrazo de agradecimiento.
Es un verdadero orgullo asociar ‘El alma de las cosas’ a la festividad del ‘18 Aniversario de Lanco Dominicana’, una empresa cuyo personal está entregado en cuerpo y alma a la práctica de los valores más profundos en una institución, que es, precisamente, lo que hemos esperado siempre encontrar en un esfuerzo de éxito.
Llegado el momento, las puertas del Museo de Arte Moderno nos fueron abiertas y su valioso personal nos acogió sin contemplaciones, de lo que les estaremos siempre agradecidos. Extendemos nuestro agradecimiento al apoyo de un grupo de entidades que también han aquilatado ‘El alma de las cosas’. Son ellos: CORVI, La Aurora, DIESCO, Baltimore Dominicana, RAÍCES, ‘Música a la 12’, ‘Besos y Abrazos’, Convertidora Cibaeña de Papel, y Plásticos Comerciales.
En este proceso artístico, un grupo de hombres y mujeres inteligentes y responsables ha dicho presente, entregando muchas horas de sueño para que ‘El alma de las cosas’ esté aquí, para ustedes, hasta el 21 de Agosto. A todos ellos, sin excepción, nuestro agradecimiento y admiración.
Herminio Alberti
El alma, por intangible y etérea, parece ser siempre la antítesis de las cosas, por ser estas tangibles y concretas. Pascal estableció una relación directamente proporcional entre ganar el mundo y perder el alma, lo que implica que poco se logra con sentir propiedad sobre lo concreto y tangible, las cosas, cuando se diluye en uno mismo lo intangible y valioso, que es el alma. Cuando el ser humano quiere tocar lo más hondo de sí mismo, cuando quiere llegar al centro de su yo, el alma suele ser ese lugar buscado, aunque parezca no tener espacio alguno. El alma es, más bien, el espacio mismo, pese a su inmaterialidad. Pero también, cuando se propone el individuo tocar lo más interior y sensible del otro, lo que procura descubrir es la esencia de su alter ego: el fundamento de sí mismo en la constitución corpórea y espiritual del otro. Cree haberlo encontrado cuando asume conocer el alma del otro. El alma propicia la armonía, aunque también la diferencia. Es principio y destino del conocimiento y del amor.
Siendo suprasensible, el alma ve, huele, siente, piensa, saborea, palpa, adora y recuerda, aunque necesite para ello la sensibilidad de un cuerpo. Es, al mismo tiempo, el agua y la sed, el camino y la huella, lo visible y lo invisible, el polvo de estrella y el cráter de un volcán, la sombra y la luz. Ama y odia el alma. Se eleva y se hunde. Crea y destruye. Es, sin que lo advierta, la ilusión y la certeza. Salva y condena el alma en sus amoríos y resabios. Alma es aquello que pacta Mefistófeles con los seres humanos, su alimento.
Pero, ¿tienen alma las cosas? La literatura se lo ha planteado, no sin rodeos, más de una vez. También la alquimia. Y en la Antigüedad, para la filosofía naturalista o presocrática, el principio de todas las cosas o arjé solía ser un elemento, excepto en Anaximandro, que crea lo ápeiron, lo indefinido o indeterminado que define y determina todas las cosas. Platón, más tarde, se inventa el noúmeno, algo inmaterial, algo que pasa a ser, en efecto, el alma intocable, el pensamiento de todo lo posible e imposible. Kant retomará luego esa noción para colocarla en el ámbito de la intuición suprasensible o intelectiva, que supera toda forma de intuición sensible. Aristóteles, por su parte, hará de la forma, una abstracción, aquello que hace posible la materia, las cosas. Para el obispo de Hipona, San Agustín, es Dios quien hace que de la nada brote el soplo del alma, convirtiéndola, además, en el único camino del humano para llegar al Altísimo.
¿Será por esa misma alma que llegamos a las cosas, a la esencia misma de las cosas, a su aparentemente inanimada volumetría tridimensional? ¿Acaso no es el alma reposada de las cosas aquello que la fotografía alcanza y revela con su despertar de contenida luz? Quizás. La vida cuelga más de tientos y preguntas que de apodícticas respuestas.
José Mármol